lunes, 21 de mayo de 2012

MEMORIAS DE PESCADOR: PEDRO FIGUEROA


Centro histórico

MEMORIAS DE PESCADOR:
PEDRO FIGUEROA

Por Víctor Manuel Martínez

Don Pedro Figueroa Fuentes es alguien que viene de una familia de pescadores, y que ha vivido toda su vida en nuestro puerto. Recuerda que este lugar en sus años más mozos era todo un paraíso, a pesar de tener muchas carencias. Recuerda que no se conocían aquí los juguetes caros, pero abundaban los juguetes con inventiva, como el trompo, la zumba, la ruleta, el caico y muchos otros. Pero las principales diversiones eran la natación y los clavados.

ENTRE MAR
Y LAGUNA

El mar era muy productivo al igual que las lagunas, así en plural. El área pesquera es el origen de mi familia, pues mi padre era de este oficio. Por esos años había un gran movimiento de marinos  mercantes muy representativo, quienes estaban asentados mayormente en los sectores 1 y 2; en los sectores 4 y 5 la mayoría de sus pobladores eran pescadores, y en los 5 y 6 era una mezcla de pescadores y estibadores.

En la laguna de San Pedrito estaba asentada la cooperativa Independencia, con mucho poder económico. la Miguel Hidalgo, por su parte, estaba tanto en el mar como en la laguna; después ellos emigrarían a Sinaloa, convirtiéndose en pescadores de altura, específicamente camaroneros. También hay que señalar destacadamente a la laguna Potrero Grande, en la que había aves de toda clase, nutrias, caimanes, y mucha pesca, tanto de peces como de crustáceos.

La laguna de Cuyutlán era todo un espectáculo, en torno a El Túnel y la compuerta, por lo que se veía una gran cantidad de lucecitas por la noche, de los que se encontraban atarrayando. Eran épocas en  que aun no venía a hacer su gran inversión turística el magnate boliviano Don Atenor Patiño. La gente visitaba mucho entonces Santiago y Salagua, y en especial los manzanillenses gustaban mucho del paseo a La Boquita, en el punto donde desembocaba un arroyo, y la gente se aventaba clavados desde arriba de un árbol.

SUBIENDO AGUA AL
CERRO JUNTO A CHILO

Yo nací en el Sector 5 y ahí me críe y fui creciendo. Mis vecinos eran pescadores y estibadores. En ese cerro no había ni andadores ni agua. Recuerdo que hasta los catorce años, yo acarreaba agua para llenar el depósito que había en mi casa, igual que sucedía en todas las casas de mis vecinos. El agua la traíamos de la planta de luz, que se encontraba ahí por la pilotía. Chilo Lepe que era mi vecino también llevaba agua a su mamá.

Ahí por la planta de luz tenían una gran reserva de agua y permitían que la gente tomara para llevar a su casa. En mi familia éramos doce hermanos. Por ese tiempo era muy común que las familias fueran muy numerosas. Los primeros años escolares los hice en la del Campesino, y concluí la primaria en la Juárez, para luego hacer la secundaria en la 3.

Luego entré a trabajar como telegrafista, y después de un tiempo me fui a trabajar en Telégrafos de México a la capital del país por diez años. En aquellos años, las oficinas de telégrafos en Manzanillo se encontraban dentro del edificio de la presidencia municipal, porque este era un medio de comunicación muy importante por el entonces. Todos los marinos lo utilizaban mucho. Las familias también.

TRAS EL
CICLÓN DEL 59

A partir del ciclón del 59 empezó poco a poco a entrar el agua entubada a los cerros. En la parte baja sí había el servicio, pero en los sectores todavía no. Empezaron poco a poco cada familia a ir subiendo sus propios tubos hasta su casa, de manera que por las subidas se veía una maraña de tubos, a lo que Miguel de la Mora llamaba “El Monumento al Egoísmo”; pero no era así en realidad.

Lo único que se trataba es de que, quien podía, iba metiendo el agua a su casa. Gente lo pagaba, y una vez que ya el tubo estaba habilitado, el gobierno lo conectaba a la red. Las familias tenían que gastar en ochenta o más metros de tubo. En algunos cerros había tanques de agua en la parte alta, pero en el sector en que yo vivía, no había este servicio.

En las vacaciones los chamacos nos íbamos a pescar con nuestros familiares mayores, con nuestros padres o hermanos que se dedicaban al oficio, y nos trepábamos a las canoas de parota de una sola pieza, de las que ya no se usan. Recuerdo que era muy fácil sacar mucho marisco barato, y mucho ni se comía entonces. Ahora hay que ir a los restaurantes y pedirlos a precios muy altos.

Señaló Don Pedro que la escasez de pesca de marisco y pescado que hay en el mar y en la laguna, se debe en buena medida a la utilización de redes de pesca inadecuadas por años, que mata a las especies en la etapa de desarrollo, antes de llegar a la reproducción. Dijo que ahora el mar hay que explotarlo desde la visión del cultivo. Los pescadores ribereños le han dado mucho a Manzanillo, y por eso este gremio debe de ser respetado, ya que últimamente se han visto desplazados y ninguneados, como si no tuvieran ninguna importancia.

¡Que bonito es Manzanillo!

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