Centro Histórico
LOS WOODWARD, UNA
FAMILIA ENAMORADA DEL MAR
Víctor Manuel Martínez
Platicamos con uno de los miembros de
una de las familias más destacadas y conocidas de nuestro puerto, el Capitán de
Altura José Luis Woodward Rojas, quien accedió a contarnos un poco de la amplia
historia de su familia.
UN INGENIERO LLEGADO
DE INGLATERRA A OAXACA
Empezó diciéndonos que el origen del
apellido paterno es inglés, y que se remontan a su bisabuelo William John
Woodward, el cual vivió y murió en Inglaterra durante el siglo XIX. El tuvo a
un hijo de nombre William Woodward, quien estudió ingeniería civil, y siendo
muy capaz en su profesión, fue traído pr el gobierno mexicano, para encargarse
de unas obras de modernización que se estaban haciendo en el estado de Oaxaca.
Hay que recordar que en ese tiempo
nuestro país intentaba modernizarse a la par que las naciones más avanzadas del
mundo, como su vecino del norte, la Unión Americana. William Woodward llega a
México antes del gobierno de Porfirio Díaz. Mientras hace su trabajo, conoce a
una mexicana de la que se enamora, Josefina Téllez Gil. Se casan en la capital
de aquel estado del sureste, y él adopta el nombre mexicano de Guillermo,
equivalente a su natal William.
POLICÍA Y ACTOR DE CINE
EN LA CIUDAD DE MÉXICO
En esa misma ciudad en el año de 1905
nace su hijo Alfredo Woodward Téllez. En ese mismo año, pero en el puerto de
Veracruz, nace Concepción María Rojas. Ambos se casan en la Ciudad de México,
donde viven varios años, ya que ahí estaban las oficinas centrales del negocio
del padre de Concepción, donde ambos laboraban. Don Alfredo Woodward Téllez
tiene varios oficios, entre ellos el de policía y actor de cine.
El abuelo de la señora Concepción María
Rojas, Alberto P. Rojas tenía una agencia de buques y patente de agente
aduanal, operando en el puerto de Veracruz, y también lo hacía en el puerto de
Manzanillo, esto en los primeros años del siglo pasado. En Manzanillo, su
agencia con razón social Alberto P. Rojas hacía alijos de barcos, y hay documentación
de algunos chalanes o barcazas, por medio de las cuales trabajan con los
barcos, porque en esos tiempos todavía no había muelles.
TRANSMARÍTIMA,
CONCESIONARIA DE PEMEX
Por esa razón es que los Woodward Téllez
vinieron a vivir en Manzanillo. Sus seis hijos nacieron en nuestro puerto, el
mayor recién nacido, luego Ana Rosa, después Alfredo, Guillermo, Concepción y
José Luis. Conchita murió a los dice años, debido a que, cuando vivían en la calle
Carrillo Puerto, ella se picó una muela con un alfiler, y contrajo tétanos, y
por aquellos años mucha gente moría de esa enfermedad en Manzanillo, porque no
se conseguían rápido las vacunas.
Don Alfredo sacó su propia patente de
agente aduanal, y no trabajó con la de su suegro. Doña Concepción manejaba la agencia
de buques. Ella trabajaba en la agencia consignataria de buques Transmarítima,
de la que eran socios sus hijos José Luis y Guillermo. Daban servicio
principalmente a los buques petroleros. Todavía hasta hace algunos años, en el
edificio Macchetto, donde vivieron por años los Woodward, quedaba una placa de
bronce que rezaba la siguiente leyenda: “Transmarítima S.R.L. Agencia
Consignataria de Petróleos Mexicanos desde 1938”. Poco a poco la agencia fue
teniendo cada vez más trabajo, de modo que cuando Doña Conchita murió, quedó al
frente de ella su hijo Guillermo Woodward Rojas, quien al poco tiempo la
líquido, pues era lo más conveniente.
DE LA PESCA
A LA POLÍTICA
Sin dejar nunca de ser agente aduanal ni
su naviera, Don Alfredo Woodward Téllez trabajó mucho en la pesca comercial,
siendo pionero en esta actividad, trabajando como tiburonero, camaronero, en la
pesca de escama y de caguama. Inició a muchos porteños en el oficio de
pescador, enseñándoles los rudimentos, a navegar y les apoyó económicamente en
la medida que le fue posible, por lo que muchas familias de viejos pescadores
todavía lo recuerdan con cariño. En los tiempos de la segunda guerra mundial,
mandaba a los Estados Unidos tiburón para diferentes fines que tenían mucha
demanda en ese entonces.
A partir de 1940 empezó a meterse en el
ámbito político, porque tenía muchas amistades y contactos a todo nivel, porque
su carácter sencillo, amable y culto, ya que, aunque sólo había cursado la
primaria, le encantaba leer cuanto material escrito y libros podía. En el año
de 1951 es electo presidente municipal de Manzanillo, para el período 51-54.
ESTRENANDO EL NUEVO
PALACIO MUNICIPAL
En ese tiempo hizo una visita al puerto
el presidente de la república Adolfo Ruiz Cortines. Resulta que se acababa de
terminar la construcción del nuevo edificio de la presidencia municipal de
Manzanillo, que es el mismo que funciona hasta la actualidad, pero Don Alfredo
seguía despachando en el edificio de la presidencia municipal ubicado sobre la
calle México, entre Tacho Muñoz y los Lao.
Ruiz Cortines le pregunta porque no se
ha mudado al nuevo edificio y el alcalde le contesta que es porque no se lo ha
entregado al municipio la junta general de mejoras materiales. El presidente le
contesta: “¿Pues quien es el que manda aquí? ¿Quién es el alcalde?” “Pues yo,
señor”. “Pues entonces métase y ya”. Y al otro día desde muy temprano, Don
Alfredo Woodward Téllez entró a despachar al edificio, y fue el primer alcalde
que gobernó desde ahí en la historia de Manzanillo.
UN VERDADERO
HONORABLE AYUNTAMIENTO
Por aquel tiempo Manzanillo tenía
alrededor de 15 mil habitantes. El gobierno municipal casi no hacía ninguna
obra, pues el dinero que se manejaba era muy poco, y quien se hacía cargo de
las obras en el puerto era la junta de mejoras materiales. Se decía Honorable
Ayuntamiento, porque el cargo de presidente municipal se consideraba en verdad
honorario, ya que su papá no tenía sueldo como alcalde; no cobraba nada.
Otros funcionarios municipales sí tenían
salario, pero no el alcalde, que en cambio, al igual que su familia, tenía
muchas canonjías, como el hecho de que todos podían entrar al cine gratis.
Tenía otras muchas prerrogativas, pero Don Alfredo siempre trataba de no
abusar. En el año de 1954 fue diputado local, y después de esto se enfocó más a
su gran pasión, el mar.
CONOCEDOR EMPÍRICO DE CARTAS DE NAVEGACIÓN,
COMPÁS, SEXTANTE Y POSICIÓN DE LAS ESTRELLAS
Desde un principio, como fundador,
participó en Torneo de Pesca de Pez Vela, que en sus primeros años se llama
Dorsey, en honor del norteamericano que lo promovió. Por ese tiempo, la empresa
Servicios Marítimos compró el buque Sinaloa, que en ese momento se convirtió en
el barco más grande en México, y fueron a traerlo hasta Nueva Orleans, y quien
se lo trajo como timonel fue Alfredo Woodward Téllez, formando parte de la
primera tripulación de esa legendaria embarcación, que se hundió durante el
ciclón de 1959.
Como navegante era completamente
empírico, pero cualquiera hubiera podido equivocarse, y pensar que era egresado
de la escuela náutica, ya que sabía leer las cartas de navegación, conocía el
compás, el sextante y podía guiarse por la posición de las estrellas en el
firmamento. Su hijo, Capitán de Altura egresado de la Náutica de Veracruz,
podía hablar de cualquier tema marino con su papá, y hablaban el mismo idioma.
LAS HAZAÑAS DEL
“DON QUIJOTE”
Tuvo varios barcos de pesca comercial
–nunca uno propio de deportiva-, de los que, el más famoso fue el Don Quijote,
que era un pequeño barquito, más bien una lancha, el cual utilizaba lo mismo
para la pesca que para hacer cabotaje, ya que tenía una concesión especial para
realizar esta actividad por parte de la Secretaría de Marina.
Fue comisionado para realizar en esta
pequeña embarcación comunicación de todos los faros de la costa desde
Jalisco hasta Michoacán, e incluso hasta
el primero de los de Guerrero. Estos faros se encontraban en la orilla, y no
tenían acceso por vía terrestre, de manera que la única comunicación era por
medio de la lancha de Don Alfredo. Les llevaba gas para los faros, provisiones,
mercancías, hizo de partero, trasladó nuevos fareros, trasladó familias de
fareros, cada cierto tiempo hacía el recorrido por los faros de la región.
También llegaba a los pueblitos de la costa, llevándoles mercancía que le
pagaban con productos del campo, como copra, ajonjolí, maíz, gallinas y
puercos.
DURANTE EL
CICLÓN DE 1959
El Don Quijote era de treinta y ocho
pies y con capacidad de diez toneladas. Era cargado en el malecón por parte de
los estibadores, y se sumergía mucho con tanto peso de lo que transportaba. Fue
la única embarcación que, aparte de El Cacalilao quedó a flote después del
embate del ciclón de 1959. Quedó amarrado entre el muelle fiscal y el malecón.
Al otro día a bordo hizo un recorrido
por las cercanías de la costa para ver si había náufragos, y se encontraron con
un barco que todo mundo creía que se había hundido, que era un atunero
norteamericano que decidió salir al mar abierto a capotear el temporal donde
fue pescado en la línea roja, y fue zarandeado, perdiendo toda la parte de
arriba.
El capitán del atunero decidió donar
toda la provisión que llevaba a la población damnificada, quedándose sólo con
lo necesario para la travesía de regreso hasta San diego, California, en los Estados
Unidos. Don Alfredo ayudó a llevar toda lo donado hasta las bodegas, que eran
custodiadas fuertemente por el ejército, ya que ya se habían empezado a dar los
saqueos. Esta embarcación, muy modificada, todavía sigue navegando, ahora como
embarcación de pesca, después de haber sido vendida.
EL VARADERO
DE WOODWARD
Por cierto que tenía una concesión para
atracar en La Playita de En Medio, que era conocido como el embarcadero de
Woodward. Ahí se podían varar barcos, y gracias a que era de su propiedad,
hacerlo no le costaba dinero. Todo eso se acabó tras del ciclón. El último
barco que se varó ahí fue el remolcador Escorpión, de madera, el cual quedó
medio quemado a poca distancia de la orilla, por lo que los vecinos de ese
barrio lo utilizaban para echarse clavados desde arriba.
Su hijo José Luis heredó el gusto por el
mar y la navegación, y se fue a estudiar tres semestres en la Escuela Naval de
Veracruz, y luego terminó la carrera en la Escuela Náutica de Veracruz en el
año de 1970. Navegó durante diecisiete años por África, Europa, Asia, toda
América, y atravesó el Océano Pacífico, visitando Honolulu, Hawaii.
Fue piloto de puerto en Acapulco,
Capitán de Puerto en Zihuatanejo, Puerto Vallarta y Acapulco, luego fue gerente
de transbordadores en La Paz y Guaymas, luego en Manzanillo estuvo trabajando
en una empresa maniobrista, y fue regidor durante la primera administración de
Nabor Ochoa López. Actualmente se dedica a la pesca deportiva.
Otro hijo de Don Alfredo es el
reconocido agente aduanal Guillermo Woodward Rojas, y su hijo ya fallecido
Alfredo Woodward Rojas, fue candidato a la presidencia municipal y regidor.
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