martes, 29 de mayo de 2012

ISLA CLIPPERTON Y MANZANILLO


Centro histórico

Por Víctor Manuel Martínez

USOS Y COSTUMBRES
DE LOS PORTEÑOS

Con nuestro clima costeño y tropical, y con muchas comunidades rurales cercanas al puerto en las que se cultiva la tierra, los manzanillenses somos desde siempre muy fruteros, y sabemos cuando llega la temporada del mango o la de la ciruela.

Pero a los porteños les gusta mucho la fruta verde, casi más que la madura. Ácida y todavía le echan limón y sal. Digo les gusta, porque a mi me gusta la madura, y no entiendo como la gente puede preferir las ciruelas que no están rojas para comer.

La fruta es ideal para nuestro clima, porque es fresca y nos ayuda a reponer líquidos, y como sabemos, la sal fija los líquidos muy bien al organismo, por lo que esa es la razón de que casi no nos comamos la fruta naturalita como viene de la planta, sino que casi forzosamente le agreguemos sal. Hace algunos años llegaron el kiwi y el pérsimo, y se pusieron de moda. Desde Chile, gran productor frutal, llegaron muchas frutas como esta. Luego llegó el carambolo para quedarse, que ya se está sembrando aquí. Más recientemente la yaca.

El pico de gallo se puede encontrar en casi cualquier calle de la ciudad. Con piña, con pepino, sandía, jícama, mango y papaya. Los turistas extranjeros que llegan en cruceros se han sentido atraídos por nuestros coloridos vasitos de fruta picada, con chile, sal y limón, y es común  que los veamos pidiéndolos también. Y con mucho chile en polvo también, porque han de saber que el chile se ha convertido en el condimento de moda en los Estados Unidos.

LOS HIDRANTES DE
LA CALLE MÉXICO

En los años setentas era común ver en algunas esquinas de la Avenida México hidrantes. Eran unos como hongos metálicos, de color bronce, que le llegaban a una persona un poco por debajo de la rodilla, que estaban conectados por debajo del nivel del piso a la red de agua potable, y tenían todo dispuesto para que se les conectaran mangueras. Para el que no sepa de que le estoy hablando, anexo una foto de un hidrante, que quizá a alguien le dé nostalgia.

Se supone que, utilizándolos, se podría apagar algún incendio que sucediera en algún negocio o domicilio de la calle principal de nuestra ciudad y puerto. Eran un remanente de cuando casi todas las casas eran de madera en Manzanillo, pues ya para ese tiempo, los años setentas, quedaban todavía construcciones de este material, pero eran muy pocas.

Uno de los últimos hidrantes que recuerdo se encontraba en la esquina de avenida México con Miguel Galindo, frente al edificio Yahualica; pero casi todas las esquinas de esta calle, del costado más cercano a la Carrillo Puerto, tuvieron en algún momento su hidrante. Por esos tiempos no teníamos en Manzanillo cuerpo de bomberos, que si existió años antes. Actualmente, gracias a las gestiones de un puñado de ciudadanos, entre los que destacó Don Raúl Zuazo Ochoa, hemos vuelto a tener un cuerpo de bomberos, que tiene su cuartel ubicado en el Valle de las Garzas.

ISLA CLIPPERTON
Y MANZANILLO

La isla de Clipperton es una isla que tiene como su punto más cercano en tierra continental a Punta Tejupan, Michoacán, y que ha tenido comunicación con nuestro país a través de Acapulco, Guerrero, y de Manzanillo, Colima. Si fuera una isla mexicana, como justamente debiera de serlo, probablemente, al igual que el Archipiélago de Revillagigedo, le pertenecería a Colima. Pero por una absurdo laudo de arbitraje internacional, le pertenece a Francia, que la administra desde el lejano Tahití en la Polinesia Francesa, pero que en la práctica, desde hace años está abandonada, aunque hay reclamos de nuestro país por recuperarla.

Se trata de un volcán apagado del que emerge del agua apenas el cono, teniendo una laguna de agua salobre en su interior, por lo que se trata de un atolón. Es pequeño, pues tiene tan sólo 6 kilómetros cuadrados. En sus alrededores, así como en los de Revillagigedo, se encuentran las mejores pesquerías de atún del Pacífico, por lo que hacia aquellas zonas se dirigen a hacer sus capturas en muchas ocasiones los barcos atuneros que zarpan desde Manzanillo. La laguna interior se encuentra cerrada desde alrededor de 1910, y por tanto no pueden ingresar a ella los barcos. Ahí llueve más que en ninguna parte del territorio mexicano (aunque hay que recalcar, que ya no pertenece a nuestro país).

En 1705 es visitada por primera vez por el pirata John Clipperton, por quien lleva su nombre hasta la fecha, quien la utilizaba para refugiarse, esperando a los Galeones de Manila o Naos de China para asaltarlos, los cuales habiendo zarpado de Acapulco, muchas veces se abastecían de alimentos frescos como cocos, frutas tropicales y carne de cacería en la desembocadura del río de Salagua, como último punto continental, antes de lanzarse a cruzar el Pacífico, utilizando la corriente del tornaviaje. Oficialmente, sin embargo, es descubierta en 1711 por los franceses, sus propietarios actuales, pues los Capitanes Chassiron y Du Bocage, en sus barcos “Princesa” y “Descubrimiento” llegaron a ella y la llamaron “Isla de la Pasión”, como se llamó durante el tiempo que le perteneció a México. Luego, en 1725 Du Bocage regresó al mando de una expedición científica, quedándose a vivir ahí varios meses.

En 1821, al consumarse la independencia de México, la reclamamos como parte de nuestro territorio. En 1858, la Compañía Minera Estadounidense de Guano reclama que la isla es territorio estadounidense, porque ellos la ocupaban para sacar este recurso, que por cierto, el proveniente de esta isla no se consideró nunca de buena calidad. En se mismo año, Francia reclama la isla para sí, pero no se considera válida, ya que no pusieron pie en la ínsula, sino que hicieran la declaratoria desde a bordo de una barco mercante. De acuerdo a investigaciones publicadas en 1909 por el Chronicle de San Francisco, en 1888, aproximadamente, la isla fue devastada por un maremoto generado por un fuerte temblor de tierra, lo que destruyó la vegetación, otrora abundante. En 1890 se introduce la palma cocotera por parte de los recolectores de guano, quienes también introdujeron cerdos, que se alimentaban de mollos, que se habían convertido en una plaga. 

En 1898, México reafirmó su dominio, poniendo una guarnición militar en ella. En 1897 nuevamente Estados Unidos las anexiona, queriendo explotar el guano. Las constituciones de 1825, 1857 y 1917 incluyen a la isla como mexicana, pero es excluida del texto en 1934. Pues bien, en 1906, por órdenes del presidente Porfirio Díaz, el Capitán Ramón Arnaud se traslada con un puñado de soldados y sus familias como Gobernador de Clipperton. En 1908 lleva a su esposa a vivir allá. Para 1914 empezaron a escasear los alimentos frescos, debido a que, en plena Revolución Mexicana, el buque que les abastecía, el Tampico, que salía de Topolobampo, fue detenido y, tras perseguirlo, hundido frente a Mazatlán, por el Vicente Guerrero, del bando revolucionario, y no pudo llevarles provisiones al resguardo militar de Clipperton.

Antes de esto, cada seis meses se hacía el relevo de provisiones y hombres para la guarnición, algunas veces desde Acapulco, y otras desde Manzanillo. Desde 1906 a 1913, los víveres y provisiones se llevaban a la isla desde Acapulco por parte de buques de guerra mexicanos, principalmente el cañonero “Demócrata”.

En 1913, de acuerdo al geógrafo e ingeniero nval, Capitán Juan de Dios Bonilla, en su libro “Historia Marítima de México”, cuando los cañoneros del Pacífico estaban muy atareados en el transporte de tropas y en la vigilancia de la costa, fue necesario contratar los servicios de un buque mercante, para hacer la comunicación con Clipperton y así fue como se alquiló por la Secretaría de Guerra y Marina de entonces, el vapor nacional “Korrigan II” de la compañía “El Boleo” de Santa Rosalía, Baja California. Dicho buque, de pequeño porte, pues apenas llegaba a doscientas toneladas de arqueo, al mando de su Capitán Don Arturo Morell se puso a la disposición de la Secretaría de Guerra y Marina y se embarcó a su bordo, el destacamento de relevo compuesto de doce hombres con algunas mujeres. El Jefe de Máquinas del buque, antes de salir de Manzanillo, de donde se inició el viaje para Acapulco, se separó del empleo, pues no quiso correr el riesgo de los malos tiempos de la época, en un buque viejo como lo era el “Korrigan II.

Por el entonces ya vivían ahí más de cien personas, pues los colonos habían rescatados a los náufragos de un buque norteamericano que se hundió en las cercanías de la isla. Un barco norteamericano, el Cleveland, fue en ese mismo año de 1914 a rescatar a los suyos, y ofreció a los mexicanos llevarlos al continente, pero Arnaud se negó, pues en ese tiempo México estaba en guerra con ese país, y además, no quería abandonar su puesto y que se perdiera la soberanía de México sobre esa isla. Consideró, para ello, que tenía alimentos suficientes para otros cinco meses. Le dijo a sus compañeros que, el que quisiera, se podía ir, pero todos decidieron quedarse. Pero tras esto, en 1915, ante la falta de alimentos frescos, pues sólo había seis de las nueve palmeras que había plantado en la isla un trabajador de la compañía guanera norteamericana, muchos empezaron a morir por escorbuto. Se racionó el agua de coco, para que sólo pudieran beberlo mujeres y niños.

Ya para entonces había nacido en la isla el primer niño, el hijo del Capitán Arnaud, Ramón Arnaud Jr., y otras dos hermanitas. De los más de 100 habitantes que llegó a tener la colonia, solamente quedaban veintiséis. En 1915 murieron quince personas de golpe por el escorbuto. Un día de 1916, los isleños vieron pasar cerca de su pedazo de tierra un barco, al parecer de bandera norteamericana, y como se encontraban al borde de la locura por el hambre y por la sed, decidió el capitán, en compañía de todos los pocos hombres de la isla que quedaban, lanzarse en una lancha para alcanzar el barco, y lo lograron, pero este cruelmente les negó ayuda. Al ir regresando, chocaron con algo entre el oleaje, y la débil embarcación se volteó, y como el mar estaba lleno de tiburones, estos dieron cuenta de todos.

Sólo quedó el farero, Victoriano Álvarez, un negro, quien se comportó como un sultán con las mujeres, violándolas y matándolas, y finalmente quiso abusar también de la viuda de Arnaud, pero esta lo mató a martillazos en la cabeza, y luego mandó a su hijo, Ramoncito, a traer el aceite de tiburón del faro, para incinerar el cadáver; pero precisamente en ese momento, julio de 1917, el buque Yorktown de la Marina Estadounidense, llegó  a la isla, quien rescató a los sobrevivientes, que eran cuatro mujeres y siete niños, llevándolos a Salina Cruz, Oaxaca, ya que inicialmente los traían a Manzanillo, pero la viuda prefirió allá, porque en esa ciudad tenía familiares.  

Pero, cuando ya iban todos a abandonar la isla, según relata el Almirante Enrique Sangri Namur en uno de sus escritos, el niño Ramón Arnaud Rovira se regresa y arría la bandera mexicana de Clipperton, y se la guarda entre sus ropas, en el pecho. Desde 1909, México y Francia sometieron a arbitrio ante el Vaticano la soberanía de Clipperton, y en 1931, el Rey Víctor Manuel III de Italia falló a favor de Francia. En 1980, el célebre científico y explorador francés Jacques Yves Costeau se puso en contacto con Ramón Arnaud Rovira, hijo del Capitán Arnaud que gobernó aquella isla lejana, para invitarlo a la filmación de un documental sobre, saliendo desde Manzanillo.

"¿En calidad de qué voy a Clipperton?", preguntó Arnaud al ya fallecido capitán Costeau. "Voy allá sólo que se ice la bandera mexicana", sentenció como condición. Su petición no era un simple capricho: su padre había muerto en defensa de la soberanía nacional de aquella isla; además, desde que cumpliera la mayoría de edad, el gobierno galo le ofrecía la ciudadanía francesa, a la que para ellos tenía derecho por nacimiento. Antes de partir hacia la isla, acudieron a comer una tarde los tres en el restaurante El Emperador del Hotel Savoy, de Doña Trini, ubicado por la subida a la parroquia de Guadalupe, por la calle Balbino Dávalos. 63 años después de abandonar Clipperton, el señor Pedro Ramón Arnaud Rovira, abordó un bimotor anfibio en el puerto de Manzanillo, Colima, que cinco horas después lo depositó en su tierra natal, la cual besó al descender del aparato.

En un acto muy emotivo, el capitán Costeau aceptó izar el pabellón tricolor aquel que Arnaud se llevara de niño, en el mismo sitio donde había estado la colonia establecida por el Capitán Arnaud. Luego de recorrer el lugar donde transcurrió su infancia, vestido de guayabera y sombrero de palma para acentuar su nacionalidad, exclamó: "Seguiré siendo un mexicano sin patria chica". En ese tiempo, el periódico El Universal publicó una fotografía de Costeau y Arnaud en Manzanillo, tomada por el también famoso explorador submarino Ramón Bravo, fallecido al igual que los otros dos personajes.

Pedro Arnaud Rovira murió en la Ciudad de México en 1997, a los 88 años de edad. La última bandera que se izó en aquel girón de tierra que siempre reclamaremos, hasta que justamente algún día se nos devuelva, salió de Manzanillo, y esperemos que de este mismo salga aquella que tome posesión nuevamente de Clipperton.

A Manzanillo llegaron, por cierto, varios barcos Korrigan de El Boleo, siendo uno de los más famosos el Korrigan IV, que anduvo por aquí hasta finales de los años 50, un poco antes del ciclón. Por cierto que mucha gente tiene la idea de que esta embarcación, que algunos recuerdan que navegada escorada hacia estibor, se hundió aquí durante el azote del ciclón del 59, cuando en realidad, se hundió a finales de los sesentas frente a la isla de Cerralvo, Baja California Sur. Su base se encontraba en Santa Rosalía, en ese mismo estado, otrora territorio, el cual hacía cabotaje desde Ensenada, La Paz, Vallarta, Manzanillo y, en ocasiones, hasta Salina Cruz. También iba a Estados Unidos y subía hasta Vancouver, Canadá. Era propiedad de la mina de El Boleo, que explotaba allá el mineral de cobre, y sin embargo se estaba mucho tiempo en Manzanillo, donde la gente ya le reconocía. De 550 toneladas, dos palos y tres huinches, 25 metros de largo, muy estrecho, tres bodegas, bandera mexicana, al parecer construido en Alemania, era mandado por el Capitán Edmundo Elizondo “El Cachano”, quien hasta hace poco aun vivía en Guaymas, Sonora, con tripulación compuesta por alrededor de quince marinos, muchos de ellos manzanillenses, en su totalidad fallecidos, entre ellos Jesús Balcázar “El Centavo”, padre del Dr. Edmundo Balcázar, quien murió en cumplimiento de su deber llevando a bordo al capitán de El Cacalilao. De nuestro puerto llevaba madera para reforzar las minas, y traía tabiques desde Estados Unidos. Aunque era de carga, en ocasiones llevaban algún pasajero que pagara su traslado desde Manzanillo  a alguno de los puertos donde hacían sus escalas de cabotaje.

¡Que bonito es Manzanillo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario