Centro histórico
Recuerdos de Jorge Armando Gaitán Gudiño
Por Víctor Manuel Martínez
Estos son algunos de los recuerdos que
sobre el viejo Manzanillo guarda el ex alcalde porteño, Lic. Jorge Armando
Gaitán Gudiño, y que accedió amablemente a compartir con nosotros.
UNA EXCURSIÓN EN 1947 A
LAS PLAYAS DE MANZANILLO
Era el año de 1947, en que tenía
solamente cinco años de edad, cuando vine por primera vez a Manzanillo. Por
esos años, mi padre era inspector de educación federal, y se organizó una
excursión a la playa con un grupo de maestros, partiendo de la capital del
estado. Por ese tiempo, se acostumbraban mucho los paseos a las playas del
estado, principalmente a Cuyutlán, y también a Manzanillo.
El viaje era toda una aventura. En
primer lugar, el camino era una brecha, siguiendo el trazo por donde después se
hiciera la carretera a Colima, y que hoy se sigue utilizando como libre, pues
hay una nueva de cuota. Era una brecha muy difícil de transitar, pero como yo
era un niño, a mi se me hacían muy divertidos los brincos y sacudiones. En ese
camión, parecido a los urbanos actuales, se usaba que hubiera en el centro una
barra para que se sostuvieran las personas, y de ahí me colgaba feliz, sin
tocar el suelo, y me deslizaba hacia delante y hacia atrás por los saltos y
tumbos que daba el camión.
LA VIEJA BRECHA A MANZANILLO
POR ENTRE LAS MARISMAS
Por los alrededores de Cuyutlán
empezaban las marismas, y entonces había que ir poniendo palos para que el
camión pasara sobre ellos, como un tren sobre durmientes; pero cuando un palo
se movía, el camión resbalaba y caía en el fango, y entonces había que bajarse
a empujarlo, metiéndose al lodo. En algunos lugares del camino no entraba el
menor rayo del sol, de tan frondosa vegetación, en especial las altas palmeras
de coquito de aceite.
Por fin llegamos al puerto de
Manzanillo, que no puede decirse que fuera una ciudad, pues prácticamente sólo
tenía dos calles: La México y la Carrillo Puerto. Alrededor del noventa y cinco
por ciento de las casas del puerto eran de madera de tejamanil. Inmediatamente
nos trasladamos hasta la playa de San Pedrito y en ese mismo paseo también
fuimos a la de Santiago, para lo que tuvimos que hacer otro viaje largo y lleno
de brincos. Las playas eran vírgenes totalmente, llenas de vegetación y ningún
hotel ni construcción turbaba su belleza natural.
LA ESCUELA
BENITO JUÁREZ
Por entonces, la única relación que
tenía con Manzanillo, era que en la calle Carrillo Puerto teníamos un pariente,
conocido popularmente como Cachimbo, que era mi tío. Jamás pensé que algún día
yo iría a vivir y mucho menos quedarme en Manzanillo. Este tío tenía una casa
de madera de dos pisos, a la usanza arquitectónica de la época, muy rústica, la
cual fue de las últimas casas de madera que hubo en Manzanillo, porque ya no
existe.
Mi padre, sin embargo, ya había vivido
aquí por una temporada. Resulta que en 1928 lo nombraron director de la escuela
primaria Benito Juárez. Por cierto que él logró, gracias a sus gestiones ante
el gobierno federal, que se cediera el terreno donde se construyó esta escuela.
Años más tarde, me tocó trasladar esa escuela a su actual ubicación. Por eso,
en tono socarrón e irónico un amigo me decía: Jorge Armando, tu padre construyó
la escuela y tú la sacaste de ahí.
AL CERRO, VIENEN LOS CRISTEROS,
Y MATAN A LOS MAESTROS
Bueno, pues estando mi padre aquí,
estalla con fuerza en la región el movimiento cristero, y mi padre, al saber
que las fuerzas cristeras iban a tomar el puerto, se fue a la casa de mi tío en
la Carrillo Puerto, para ver que iba a pasar. Cuando fue evidente que lo harían
de un momento a otro, se refugió en el cerro, pues los cristeros tenían la
costumbre de que, en cuanto llegaban a una población, mataban a todos los
maestros que encontraban, pues los consideraban representantes del gobierno.
Cuando mucho tiempo después llegué a la
presidencia municipal, esa escuela donde había estado laborando mi padre se
había visto afectada severamente por el terremoto de 1973, y el terreno estaba
baldío desde hacía cuatro años. Tuve conocimiento de un proyecto de ampliación
del jardín principal Álvaro Obregón, que se había querido iniciar en la
administración anterior, pero había quedado sólo en la mesa, a pesar de que era
muy interesante, de manera que decidí sacarlo adelante, con el apoyo del
entonces gobernador del estado, Arturo Noriega.
MANZANILLENSE
POR ADOPCIÓN
Para esto, tengo que explicar que yo
llegué a radicar ya de manera definitiva en Manzanillo en 1965. Ya había pasado
el devastador ciclón de 1959. Cuando esa tragedia yo me encontraba radicando
con mi familia en Hermosillo, Sonora, y lo que supimos es que decían que
Minatitlán se había acabado, y que en Manzanillo habían habido muchos daños.
Teníamos algunos pocos familiares en Minatitlán, y algunos de ellos fallecieron
en esa tragedia.
Antes de llegar a Manzanillo, viví en
muchos lugares de la república, pero al regresar a Manzanillo, ya como adulto,
en el 65, me enamoré de el totalmente. Lo encontré un poco cambiado de cuando
lo conocí a finales de los cuarenta, pero aún no se había dado un crecimiento
explosivo, el que se da en la década del setenta. Yo nací en Villa de Álvarez,
pero soy porteño de adopción. Cuando me preguntan de donde soy, digo que de
Manzanillo, porque así lo siento. Aquí me casé, aquí nacieron mis hijos, y aquí
voy a morir.
EL CRECIMIENTO EXPLOSIVO
DE LOS AÑOS SETENTAS
Antes de ser alcalde del 77 a 79, fui
regidor y diputado federal. En esos setenta se da un desarrollo fenomenal en
Manzanillo con la apertura del Puerto Interior, la construcción del aeropuerto
internacional, llegan la termoeléctrica y Peña Colorada, Las Hadas y Maeva con
Casolar, etc. Entonces sí cambia radicalmente Manzanillo, y queda
irreconocible. Se privilegia el desarrollo portuario, sobre la belleza de la
ciudad.
El aeropuerto se hizo, porque era
imprescindible para crecer turísticamente, lo que se había probado en Puerto
Vallarta, y nosotros tenemos la ventaja para con ellos de ser un puerto
natural. Así que se hizo mucha promoción al destino, que ya contaba con buenos
hoteles, y el aeropuerto fue la pieza que le faltaba al rompecabezas.
EL CAMPO DE AVIACIÓN DE SALAGUA
Y LA AVIONETA DE ROBERT HALSEY
Ahora que, hay que decir que ya
aterrizaban aviones comerciales en Manzanillo desde antes. Había una pista de
aterrizaje en el campo de aviación de Salagua, a donde llegaban aviones
comerciales del tipo DC-3, los cuales son para alrededor de cuarenta pasajeros,
y eran de la línea Gómez Méndez, los que iban a Colima, a Coalcomán y a la
Ciudad de México. En esa pista de Salagua, cuando iba a bajar un avión, antes
se tenía que correr a las vacas que andaban pastando sueltas por ahí.
También había un servicio de transporte
privado en avioneta a cargo del piloto norteamericano avecindado en Manzanillo
Robert Halsey, que rentaba el medio de transporte para viajes a Guadalajara y
otros lugares cortos, y daba muy buen servicio después de inundaciones o
ciclones, ya que las avionetas pueden aterrizar en espacio cortos.
MANZANILLO HACIA EL FUTURO,
CON GRANDES PERSPECTIVAS
Yo tuve la idea de crear Aciman, para
desde la sociedad, dar continuidad al desarrollo de Manzanillo. La primera
reunión se hizo en el Hotel Colonial, a
la que asistieron Javier Mata Vargas, Aquileo Díaz Virgen y Esperanza Ávalos Leyva,
y nos constituimos en 1996, con alrededor de cuarenta socios poco tiempo
después en el restaurante de la Perlita, propiedad del socio Jesús Díaz
Garibay.
Es algo extraordinario que ya tengamos
el nuevo puerto interior en la laguna de Cuyutlán. Desde los tiempos de Don
Porfirio Díaz ya se había querido construir ahí el puerto, por Ventanas, y los
restos de esa empresa infructuosa hasta el día de hoy se pueden ver, pero,
lamentablemente, en ese tiempo aun no había la tecnología necesaria para
hacerlo. Ahora ya hay comunicación por ahí y por Tepalcates.
Yo creo que Manzanillo tiene un
extraordinario futuro para desarrollarse, pero hay que poner orden para el
desarrollo urbano. Ver que la ciudad sea bonita y tengo buenos servicios.
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