viernes, 11 de mayo de 2012

Recuerdos de Jorge Armando Gaitán Gudiño


Centro histórico

Recuerdos de Jorge Armando Gaitán Gudiño

Por Víctor Manuel Martínez

Estos son algunos de los recuerdos que sobre el viejo Manzanillo guarda el ex alcalde porteño, Lic. Jorge Armando Gaitán Gudiño, y que accedió amablemente a compartir con nosotros.

UNA EXCURSIÓN EN 1947 A
LAS PLAYAS DE MANZANILLO

Era el año de 1947, en que tenía solamente cinco años de edad, cuando vine por primera vez a Manzanillo. Por esos años, mi padre era inspector de educación federal, y se organizó una excursión a la playa con un grupo de maestros, partiendo de la capital del estado. Por ese tiempo, se acostumbraban mucho los paseos a las playas del estado, principalmente a Cuyutlán, y también a Manzanillo.

El viaje era toda una aventura. En primer lugar, el camino era una brecha, siguiendo el trazo por donde después se hiciera la carretera a Colima, y que hoy se sigue utilizando como libre, pues hay una nueva de cuota. Era una brecha muy difícil de transitar, pero como yo era un niño, a mi se me hacían muy divertidos los brincos y sacudiones. En ese camión, parecido a los urbanos actuales, se usaba que hubiera en el centro una barra para que se sostuvieran las personas, y de ahí me colgaba feliz, sin tocar el suelo, y me deslizaba hacia delante y hacia atrás por los saltos y tumbos que daba el camión.

LA VIEJA BRECHA A MANZANILLO
POR ENTRE LAS MARISMAS

Por los alrededores de Cuyutlán empezaban las marismas, y entonces había que ir poniendo palos para que el camión pasara sobre ellos, como un tren sobre durmientes; pero cuando un palo se movía, el camión resbalaba y caía en el fango, y entonces había que bajarse a empujarlo, metiéndose al lodo. En algunos lugares del camino no entraba el menor rayo del sol, de tan frondosa vegetación, en especial las altas palmeras de coquito de aceite.

Por fin llegamos al puerto de Manzanillo, que no puede decirse que fuera una ciudad, pues prácticamente sólo tenía dos calles: La México y la Carrillo Puerto. Alrededor del noventa y cinco por ciento de las casas del puerto eran de madera de tejamanil. Inmediatamente nos trasladamos hasta la playa de San Pedrito y en ese mismo paseo también fuimos a la de Santiago, para lo que tuvimos que hacer otro viaje largo y lleno de brincos. Las playas eran vírgenes totalmente, llenas de vegetación y ningún hotel ni construcción turbaba su belleza natural.

LA ESCUELA
BENITO JUÁREZ

Por entonces, la única relación que tenía con Manzanillo, era que en la calle Carrillo Puerto teníamos un pariente, conocido popularmente como Cachimbo, que era mi tío. Jamás pensé que algún día yo iría a vivir y mucho menos quedarme en Manzanillo. Este tío tenía una casa de madera de dos pisos, a la usanza arquitectónica de la época, muy rústica, la cual fue de las últimas casas de madera que hubo en Manzanillo, porque ya no existe.

Mi padre, sin embargo, ya había vivido aquí por una temporada. Resulta que en 1928 lo nombraron director de la escuela primaria Benito Juárez. Por cierto que él logró, gracias a sus gestiones ante el gobierno federal, que se cediera el terreno donde se construyó esta escuela. Años más tarde, me tocó trasladar esa escuela a su actual ubicación. Por eso, en tono socarrón e irónico un amigo me decía: Jorge Armando, tu padre construyó la escuela y tú la sacaste de ahí.

AL CERRO, VIENEN LOS CRISTEROS,
Y MATAN A LOS MAESTROS

Bueno, pues estando mi padre aquí, estalla con fuerza en la región el movimiento cristero, y mi padre, al saber que las fuerzas cristeras iban a tomar el puerto, se fue a la casa de mi tío en la Carrillo Puerto, para ver que iba a pasar. Cuando fue evidente que lo harían de un momento a otro, se refugió en el cerro, pues los cristeros tenían la costumbre de que, en cuanto llegaban a una población, mataban a todos los maestros que encontraban, pues los consideraban representantes del gobierno.

Cuando mucho tiempo después llegué a la presidencia municipal, esa escuela donde había estado laborando mi padre se había visto afectada severamente por el terremoto de 1973, y el terreno estaba baldío desde hacía cuatro años. Tuve conocimiento de un proyecto de ampliación del jardín principal Álvaro Obregón, que se había querido iniciar en la administración anterior, pero había quedado sólo en la mesa, a pesar de que era muy interesante, de manera que decidí sacarlo adelante, con el apoyo del entonces gobernador del estado, Arturo Noriega.

MANZANILLENSE
POR ADOPCIÓN

Para esto, tengo que explicar que yo llegué a radicar ya de manera definitiva en Manzanillo en 1965. Ya había pasado el devastador ciclón de 1959. Cuando esa tragedia yo me encontraba radicando con mi familia en Hermosillo, Sonora, y lo que supimos es que decían que Minatitlán se había acabado, y que en Manzanillo habían habido muchos daños. Teníamos algunos pocos familiares en Minatitlán, y algunos de ellos fallecieron en esa tragedia.

Antes de llegar a Manzanillo, viví en muchos lugares de la república, pero al regresar a Manzanillo, ya como adulto, en el 65, me enamoré de el totalmente. Lo encontré un poco cambiado de cuando lo conocí a finales de los cuarenta, pero aún no se había dado un crecimiento explosivo, el que se da en la década del setenta. Yo nací en Villa de Álvarez, pero soy porteño de adopción. Cuando me preguntan de donde soy, digo que de Manzanillo, porque así lo siento. Aquí me casé, aquí nacieron mis hijos, y aquí voy a morir.

EL CRECIMIENTO EXPLOSIVO
DE LOS AÑOS SETENTAS

Antes de ser alcalde del 77 a 79, fui regidor y diputado federal. En esos setenta se da un desarrollo fenomenal en Manzanillo con la apertura del Puerto Interior, la construcción del aeropuerto internacional, llegan la termoeléctrica y Peña Colorada, Las Hadas y Maeva con Casolar, etc. Entonces sí cambia radicalmente Manzanillo, y queda irreconocible. Se privilegia el desarrollo portuario, sobre la belleza de la ciudad.

El aeropuerto se hizo, porque era imprescindible para crecer turísticamente, lo que se había probado en Puerto Vallarta, y nosotros tenemos la ventaja para con ellos de ser un puerto natural. Así que se hizo mucha promoción al destino, que ya contaba con buenos hoteles, y el aeropuerto fue la pieza que le faltaba al rompecabezas.

EL CAMPO DE AVIACIÓN DE SALAGUA
Y LA AVIONETA DE ROBERT HALSEY

Ahora que, hay que decir que ya aterrizaban aviones comerciales en Manzanillo desde antes. Había una pista de aterrizaje en el campo de aviación de Salagua, a donde llegaban aviones comerciales del tipo DC-3, los cuales son para alrededor de cuarenta pasajeros, y eran de la línea Gómez Méndez, los que iban a Colima, a Coalcomán y a la Ciudad de México. En esa pista de Salagua, cuando iba a bajar un avión, antes se tenía que correr a las vacas que andaban pastando sueltas por ahí.


También había un servicio de transporte privado en avioneta a cargo del piloto norteamericano avecindado en Manzanillo Robert Halsey, que rentaba el medio de transporte para viajes a Guadalajara y otros lugares cortos, y daba muy buen servicio después de inundaciones o ciclones, ya que las avionetas pueden aterrizar en espacio cortos.

MANZANILLO HACIA EL FUTURO,
CON GRANDES PERSPECTIVAS

Yo tuve la idea de crear Aciman, para desde la sociedad, dar continuidad al desarrollo de Manzanillo. La primera reunión se hizo en el Hotel Colonial,  a la que asistieron Javier Mata Vargas, Aquileo Díaz Virgen y Esperanza Ávalos Leyva, y nos constituimos en 1996, con alrededor de cuarenta socios poco tiempo después en el restaurante de la Perlita, propiedad del socio Jesús Díaz Garibay.

Es algo extraordinario que ya tengamos el nuevo puerto interior en la laguna de Cuyutlán. Desde los tiempos de Don Porfirio Díaz ya se había querido construir ahí el puerto, por Ventanas, y los restos de esa empresa infructuosa hasta el día de hoy se pueden ver, pero, lamentablemente, en ese tiempo aun no había la tecnología necesaria para hacerlo. Ahora ya hay comunicación por ahí y por Tepalcates.

Yo creo que Manzanillo tiene un extraordinario futuro para desarrollarse, pero hay que poner orden para el desarrollo urbano. Ver que la ciudad sea bonita y tengo buenos servicios.






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