Centro histórico
LAS PRIVACIONES Y SACRIFICIOS DE LOS PRIMEROS
ESTUDIANTES PORTEÑOS DE PREPARATORIA Y PROFESIONAL
Por Víctor Manuel Martínez
LA ÚNICA SECUNDARIA DEL PUERTO, LA TRES,
TOPE FINAL DE ESTUDIOS EN LA REGIÓN
En los años en que nuestro puerto era
todavía chico, poco poblado y poco importante, era muy difícil para los jóvenes
acceder a la educación superior, pues en Manzanillo por mucho tiempo no se
tuvieron escuelas secundarias, y luego, había una sola, que era la secundaria
número 3, que se encontraba en lo que hoy es la escuela primaria Rafael
Ramírez.
Querer estudiar más allá de este tope,
de este límite, era muy difícil, e implicaba necesariamente, trasladarse, como
punto más cercano, a la ciudad de Guadalajara. Esto fue una realidad muy
marcante entre 1950 a 1965. Por entonces, sólo los hijos de familias pudientes,
que muy pocas de esas había en nuestro Manzanillo, podían salir a estudiar
fuera de aquí.
EL DESEO DE TODO SECUNDARIANO PORTEÑO ERA SER
PROFESIONISTA, PERO ERA MUY DIFÍCIL DE CONSEGUIR
Las limitaciones económicas hacían que
el grueso de los jóvenes tuvieron que dedicarse a ser estibadores, pescadores,
lancheros, marineros y comerciantes. Todos los que cursaban la secundaria,
abrigaban la secreta esperanza de estudiar algo más, de llegar a ser
profesionistas, pero los mismos familiares, conscientes de nuestra situación,
les advertían que no se ilusionaran, ya que no tenían la capacidad de sostener
los estudios de una carrera.
Para hablar de este tema, platiqué con
el Arq. Maximiliano Ley y el Lic. Wenceslao Cisneros Amaya, quienes formaron
parte de las primeras generaciones que salieron decididos a volver convertidos
en profesionistas. Para poder hacer ese sueño realidad, no solamente había que
proponérselo, sino tomar acciones concretas encaminadas a su consecución. Lo
primero era desde un año antes de egresar de la secundaria, por lo menos, empezar
a juntar dinero para ir a tratar de inscribirse, siempre con la posibilidad de
poder ser rechazados.
NECESARIO AHORRAR POR LO MENOS UN AÑO, PARA IR A
TRATAR DE INSCRIBIRSE A LA PREPA EN GUADALAJARA
En el caso del hoy Maestro en Ciencias
Penales, recuerda que en su generación, donde también hicieron estudios
profesionales Jesús Rentería (reconocido abogado magistrado), Manuel Bonilla
Ramos (ingeniero), Armando Macías Solano (médico) y José Isabel Magaña
(Licenciado en Economía), recuerda que, antes de salir de la secundaria, aquel
grupo de amigos se hicieron la promesa que harían hasta lo imposible para
proseguir su preparación académica, y ayudando este en la venta del pan en el
mercado a su mamá, Clementina Amaya, consiguió reunir la suma de 700 pesos, en
un lapso de tres meses, lo cual hoy sería equivalente a 7 mil pesos.
El día señalado para acudir a la Perla
Tapatía a tratar de ingresar a la escuela media superior, había dos líneas de
autobuses disponibles, la que se consideraba que era la de los ricos, Tres
Estrellas de Oro, y la de los pobres, Transportes Sur de Jalisco. Mientras que
todos se fueron en una unidad de la primera, más cómoda, Wenceslao se tuvo que
ir en la popular.
FILAS DE 500 ASPIRANTES PARA
ENTRAR AL BACHILLERATO
“Como no sabíamos si nos íbamos a
quedar, aunque lo anhelábamos, y previamente, con vistas a ello, le habíamos
echado muchas ganas al estudio para llegar con buenas calificaciones que nos
avalaran, todos nos hicimos los aparecidos con algún familiar residente en
aquella ciudad, diciendo que íbamos de visita por unos días. Yo llegué con mi
tía Elvira, y descansé lo mejor que pude de lo molido que me sentía del viaje,
aunque difícilmente podía dormir de lo emocionado y expectante que me
encontraba ante mi posible ingreso a la preparatoria.
Al otro día me fui a las oficinas
centrales de la Universidad de Guadalajara, ubicadas en avenida Vallarta, y
llevaba mis documentos en una carpeta muy bien sujetos, como si fueran un
tesoro, ya que ellos podrían ser mi pasaporte hacia una carrera profesional
como era mi sueño. Ahí llegaron también todos mis compañeros provenientes de
Manzanillo, y cada uno se fue formando en el lugar que le tocó de acuerdo al
momento de su arribo, y a mi tocó ingresar a la fila cuando había como
quinientos jóvenes delante de mi. Me fije a cada rato pasaba un empleado de la
universidad, que iba revisando los papeles de las personas que estaban
formadas, y de pronto esta llegó conmigo y me pidió mis papeles, y yo no los
quería soltar, porque temía que se me perdieran.
SER ACEPTADO, TODO UN COMPROMISO DEL
QUE NO SE PODÍA ECHARSE PARA ATRÁS
Los tomó y los revisó en silencio unos momentos,
y luego me dijo, usted no debe esta aquí; debe pasarse a aquella fila que está
allá; y me la señaló con el índice. Se trataba de una corta fila de unos veinte
personas, a lo sumo. Le preguntó que cual era la razón, y me dijo: es que tú
traes promedio de nueve. Rápidamente me aceptaron, pero entonces, aunque eso
era lo que quería, de repente me entró mucho miedo, porque sabía que había
contraído una gran responsabilidad, y ya no me podía echar para atrás. Me tenía
que quedar desde ya, y ya no regresé a Manzanillo, avisando a mi familia que
tendría que quedarme, porque había sido aceptado”.
Los estudiantes porteños que se iban a
estudiar a Guadalajara, sólo venían de vacaciones una o dos veces al año.
Generalmente era seguro que vinieran en las vacaciones largas. Pero no podían
regresar a cada rato, ya que salía muy caro. Para ahorrar dinero, utilizaban
muchas veces el tren, más lento y tardado, pero apto para su situación
sacrificada. Cuando se iban de regreso a la capital jalisciense, las familias se
quedaban llorando en la terminal.
A VECES SE COMÍA,
Y A VECES NO
Los estudiantes se sentían siempre muy
nostálgicos, y en el caso de los porteño, algo muy curioso es que todos
extrañaban mucho el mar. El primer año, como no conocían Guadalajara, todos los
estudiantes de Manzanillo andaban siempre juntos para todos. En bola iban para
todos lados. Estudiar era sinónimo de sacrificio, porque los estudiantes a
veces comían, y a veces no. Esa es la razón por la que muchos desistieron de
proseguir.
Por ese tiempo, la mayoría de los
estudiantes de la Universidad de Guadalajara eran foráneos; no eran originarios
del estado de Jalisco, pues la U de G era una universidad regional, que no
tenía reticencias para aceptar por igual a jóvenes de cualquier procedencia. La
preparatoria duraba dos años, y era tronco común.
LA LEGENDARIA PREPARATORIA DE
JALISCO, HOY ESTATAL NÚMERO UNO
Así todos los de Manzanillo eran
compañeros e iban juntos como una familia muy unida, que les recordaba a los
que habían dejado en el puerto. La otra universidad, la UAG, la Autónoma de
Guadalajara, era para los ricos, y nadie de Manzanillo cursaba estudios ahí. El
plantel bachillerato se llamaba Preparatoria de Jalisco, era el único y fue el
primero en esa ciudad, el cual hoy se llama Escuela Preparatoria Estatal Número
1.
Una actividad bastante frecuente para
los porteños en la ciudad, era la de escribir cartas. Siempre estaban
escribiendo cartas. Lo mismo para los familiares que para las novias. Era una
actividad muy melancólica, y no era raro que quedaran mojadas por las lágrimas,
motivadas por los recuerdos que les traía el pensar en su gente.
CAMINANDO GRANDES DISTANCIAS A PIE, POR
FALTA DE DINERO PARA PASAJES DE CAMIÓN
Contrario a su terruño en la costa,
Guadalajara ya desde entonces era una ciudad muy grande, la segunda más grande
del país, y era un shock para los jóvenes enfrentarse a diario a ella. Tenían
que aprender muchas cosas todos los días. Como el dinero escaseaba, muchas
veces no les alcanzaba para pagar los camiones, y tenían que recorrer
distancias enormes a pie.
La distancia hacía muy difícil que los
hermanos, papás, abuelos y tíos poca oportunidad tuvieron de irlos a visitar,
pero, en cuanto podían, lo hacían. Esto pasaba muy, pero muy de vez en cuando,
y era una gran alegría para los estudiantes, que no perdían oportunidad de
presentarlos muy orgullosos a todos sus nuevos amigos en la capital mundial del
mariachi.
GRANDES SACRIFICIOS HICIERON
A EXCELENTES PROFESIONISTAS
Los viajes entre Manzanillo y Guadalajara
por aquella carretera vieja eran ya de por sí motivo de preocupación por los
frecuentes accidentes, ya que se trataba de una carretera angosta y tortuosa,
con defectos de origen en los declives de las múltiples curvas, y con el paso
de La Salada que ponía nerviosos a todos los pasajeros, ya que se transitaba a
vuelta de rueda, porque era una vía muy transitaba tanto por unidades
particulares como por autobuses y vehículos pesados de gran tamaño, además de
estar flanqueada por enormes voladeros.
Sin embargo, todos coinciden en que, el
hecho de pasar tantas privaciones y sacrificios, hicieron que le echaran más
ganas a los estudios, le pusieran más esfuerzo y les tuvieran más amor. Por
eso, todos aquellos primeros profesionistas manzanillenses, han sido gente muy
destacada en las profesiones que eligieron.